Dice la tradición, que la Virgen de la Luz, está presente en Cuenca prácticamente desde el mismo
momento en el que el Rey Alfonso VIII comenzó a sitiar a la entonces poderosa
fortaleza musulmana. Aquel pequeño candil encendido en una pequeña cueva, cerca
de las inmediaciones del Puente de San Antón, fue la luz de la esperanza que
animó a los soldados castellanos, durante la larga estancia a los pies de las
inexpugnables murallas. De ahí la devoción de Alfonso VIII y sus hombres a ese
símbolo luminoso, al que atribuyeron una intervención divina, por medio de la
figura siempre entrañable de la Virgen María, desde entonces Nuestra Señora de
la Luz para los conquenses.
Imagen tomada de un programa oficial de 1956 Fondo Local BPE Cuenca |
La Virgen morena, de raíces medievales, protagonista de
hazañas caballerescas, leyendas y hechos milagrosos, ha sido motivo constante
de inspiración literaria, empezando por la bellísima Cantiga que le dedicó el
Rey Alfonso X el Sabio, en recuerdo de uno de los milagros de los que fue
testigo su madre, doña Berenguela, o a estos emotivos versos de Federico Muelas.
"Mas que el viento rondador,
aún más que el chopo doncel
o la voz del Júcar, fiel
desea, Cuenca, tu amor.
No tiene gala mejor
la belleza de tu suelo
que esta paloma, que en vuelo
vino desde el cielo un día
para que la Serranía
fuese antesala del Cielo"
Programa Oficial de 1955 |
Nuestra Señora de la Luz ha sido fuente de devoción popular
demostrada a lo largo de la historia, cuyo hecho más notorio fue su coronación,
resultado de las 13.434 firmas de conquenses que pidieron y reclamaron a la Iglesia
que accediera a algo tan deseado por todos.
Fue el 8 de mayo de 1949 cuando miles de conquenses, con el
Pendón Real al frente, se dirigieron al Palacio Episcopal para presentar ante
el Obispo la petición colectiva y fue el 1 de junio de 1950, cuando se celebró
la ceremonia de su coronación.
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