Nacida Eunice Kathleen Waymon un 21 de febrero de 1933 en el cochambroso pueblo de Tyron, Carolina del Norte, decidió ponerse en el frente de lucha. Su sacrificio terminó con su carrera en EE. UU. pero también la convirtió en mito universal. Porque la decisión de alzar la voz y vocear basta más alto que nadie, fue el segundo de los tres pecados cometidos por la niña que un día, en el misérrimo y profundo sur americano, soñó ser la primera pianista clásica afroamericana sin darse cuenta que la vida casi nunca es un camino fácil y mucho menos un sueño. Nina Simone terminó sus días apartada en Francia, muy enferma y disfrutando de una pequeña y breve segunda fama a raíz de su versión del «My Baby Just Care For Me», que puso sintonía a un anuncio de televisión de una famosa marca de perfumes.
Imagen obtenida de aquí |
Entremedias una vida de éxitos y lucha, defensa de los derechos sociales y ostracismo por parte del gobierno de los EEUU, todo esto hace que en un momento donde su carrera empezaba a despegar y todo se empieza a convertir en un problema, donde había que callar a esa cantante afroamericana que cantaba para que sus congéneres tuvieran un trato igualitario.
Su carrera como pianista clásica comienza en la iglesia donde su madre era predicadora. Con cuatro años y su enorme talento, llama la atención de dos mujeres blancas. La primera da trabajo a su madre, la otra cambiará su vida para siempre. La señora Muriel Mazzanovich, antigua profesora de piano, la toma como alumna y protegida, ya que la quiere convertir en la primera afroamericana concertista clásica.
Su primer golpe de realidad le llega a los diecinueve cuando ya es una concertista contrastada y está a punto de cumplir su sueño de entrar a estudiar en el prestigioso Instituto Curtis de Filadelfia. Este intento le da con la puerta en las narices, la respuesta fue clara, dijeron que no. Sus convicciones y su lucha para cambiar la sociedad estadounidense se van acrecentando, pero su bolsillo se va vaciando y se tiene que buscar la vida.
Imagen obtenida de aquí |
Con la conciencia a cuestas y la necesidad llamando a la puerta, comenzó a tocar el piano en un tugurio de Atlantic City, desde la medianoche hasta el amanecer a cambio de unos míseros noventa dólares la jornada. No era ni lugar ni horario para una señorita decente, aquí muere Eunice y nace Nina Simone. Nina por la voz española «niña», como la llamaban en sus comienzos, y Simone por la francesa Simone Signoret, de la que se enamoró tras ver su película “Casque d’Or” (París, bajos fondos, 1952). Más tarde en sus memorias, reconocería: «Nunca fue una elección, era tocar o no comer». Décadas más tarde, de lleno en su enfermedad mental, llegó a odiar el piano al cual dio su vida.
En el cénit de su carrera es cuando aparecen los demonios. Su marido, un rudo ex policía, dirige su carrera con mano de hierro, la misma que aplica impunemente sobre su piel, confesará, sentirse una esclava en manos de otros.
La Nina con trastorno bipolar inicia los primeros pasos, aunque nadie se da cuenta todavía de ello ya que en los años sesenta, en la salud mental todo se apoyaba en una «cuestión de carácter» más que con la química, que con el tiempo se descubriría. Su último estigma: Nina la loca.
El principio de su calvario fue la canción “Mississippi Goddam” para la industria, Nina ya no era el «buen esclavo» como otras interpretes afroamericanas del momento. Conforme la expulsaban, sus conciertos se convertían en más políticos, como «Four Women» o su versión del clásico «Strange Fruit», entre otros.
Marcha a París, pero su vuelta a la escena no es como pensaba que sería y termina en antros de mala muerte por trescientos dólares la noche.
Las pocas amistades que la entienden intentan sacarla de su espiral autodestructiva y consiguen llevarla a la Nimega en Holanda, donde por fin, un médico consigue diagnosticarla. Nina es maníaco-depresiva y sufre un trastorno bipolar. Todo tiene ya sentido. Ahora una encrucijada: tomar los medicamentos o quedarse sola; ella elige las medicinas, pero su genio interior tiene que ser alimentado.
Hay una imagen desoladora. En 1976, Festival de Jazz de Montreux, Suiza. La cantante tras ocho años de silencio autoimpuesto reaparece. Se refugia en África, en Liberia. Solo la necesidad la ha sacado de su escondite al borde de la mar. El Movimiento por los Derechos Civiles ha muerto, como casi todos sus amigos empezando por el reverendo Luther King.
Ahora en Montreux, el escenario ha cambiado. Aparece muy delgada, desmejorada y enfundada en un vestido negro ceñido, hace una reverencia al público, que entregado y expectante de su regreso, rompe en una ovación de casi dos minutos. Pero su energía parece agotada, su fuerza en escena ha cambiado, pero su mensaje permanece, aunque es una mujer distinta atrapada entre la enfermedad y el piano.
Días antes de morir, la escuela de música de Filadelfia que cincuenta años antes la rechazó, le entrega de un diploma honorífico. Nina Simone se fue un 21 de abril en 2003 en Bouc-Bel-Air, al sur de Francia, rodeada del cariño de unos pocos amigos y de los fans que le profesaban un amor incondicional. La hermandad de los devotos de Nina, la más perfecta voz que ha osado ponerse delante de un piano.
Podéis disfrutar de esta selección de materiales entorno a ella en la Biblioteca en la sección de Préstamo
· The essential album - JAZZ/Simone,Nina
· Fodder on my wings - JAZZ/Simone,Nina
· Here comes the sun - JAZZ/Simone,Nina
· Classic hits - JAZZ/Simone,Nina
· High priestess of soul - JAZZ/Simone,Nina
· Cuentos de buenas noches para niñas rebeldes: 100 historias de mujeres extraordinarias / Elena Favilli y Francesca Cavallo – B-Mujeres
También se puede disfrutar en Netflix del documental “What happened Miss Simone?” sobre la artista.
Si quieres disfrutar con estas lecturas, ya sabes, puedes venir a la biblioteca, llamar al 969179700 o hacer tu petición a través de internet en Pide y Recoge
Comentarios
Publicar un comentario
Deja un comentario a este post