Tristán se da cuenta de que está encogiendo. Acude a sus padres, que al principio ni siquiera le escuchan, y más tarde se muestran incrédulos ante un fenómeno tan inexplicable. Cuando al fin aceptan que su hijo está encogiendo, piensan: “A lo mejor lo está haciendo a propósito. Solo para ser diferente…”.
Al día siguiente, a sus amigos también les cuesta creer que Tristán esté menguando, y piensan que son tonterías suyas, incluso los profesores del colegio ignoran el problema: “Pase por hoy, pero encárgate de solucionarlo para mañana. En esta clase nadie encoge”.
Al día siguiente, a sus amigos también les cuesta creer que Tristán esté menguando, y piensan que son tonterías suyas, incluso los profesores del colegio ignoran el problema: “Pase por hoy, pero encárgate de solucionarlo para mañana. En esta clase nadie encoge”.
Al final del día, Tristán encuentra un juego de mesa que, tal y como promete en la caja, “hace crecer a los niños”. ¿Lo conseguirá?
No te pierdas este texto ingenioso de Florence Parry Heide y las ilustraciones de Edward Gorey que reflejan a la perfección la angustia existencial del protagonista.
Tristán encoge. Florence Parry Heide; ilustraciones de Edward Gorey. Blackie Books, 2017
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